Breve Historia de la Familia Clavo
Don Perpetuo Clavo nació en Tostós, población cercana a Boconò, el 11 de Octubre de 1858, hijo de María Felicia Clavo y de padre desconocido. Creció en la finca de su madre dedicándose a la agricultura y a la cría de bestias de carga, único medio de transporte para la época.
Con frecuencia venía Perpetuo al pueblo a vender su producción. En una de estas visitas, luego de haber liquidado su mercancía, se dirigió al local comercial del General Santana Saavedra a comprar ropa. Como no le alcanzó lo que había ganado ese día, le pidió al General que le fiara el resto, a lo que éste se negó por considerar que el joven no ofrecía las garantías necesarias. Dolido y decepcionado regresó a su hogar.
Pasado el tiempo volvió al pueblo llevando una recua de mulas de recia estampa y rara hermosura. Las vio el General Saavedra quien, sin reconocer al rechazado joven y prendado de los animales, de inmediato le propuso su compra. Perpetuo se negó a venderle las bestias, pero astutamente le hizo saber al General que se las cedería si él, a su vez, le vendía unos terrenos de su propiedad, ubicados en la margen izquierda del río Boconó.
No pudiendo resistir la tentación de quedarse con unos animales tan fuertes y bien conformados, aceptó el trato otorgándole las escrituras de los terrenos en referencia.
Dentro de la propiedad recién adquirida existía un trapiche y adjunto a él una casa de vivienda de amplios corredores y espaciosas habitaciones, donde se mudó con su madre. Allí se dedicó a la siembra de caña de azúcar y al acopio de café, otro rubro importante de la economía local. Al morir su progenitora, don Perpetuo edificó una nueva casa en los límites del pueblo. Rodeó esta heredad con un muro y comenzó una nueva etapa de su vida al unir su destino con el de doña Josefa Carrillo Monreal, nieta del General Cruz Carrillo, con quien contrajo matrimonio y con quien procreó dos hijos: Perpetuo José y Juan Bautista. Mientras los muchachos crecían, él fue agrandando su propiedad hasta que sus tierras sobrepasaron los límites de Tostós. Estableció y mantuvo estrecha vinculación con destacadas casas de comercio de Caracas, Maracaibo, Coro y Barquisimeto, hasta convertirse en exportador de café hacia los países europeos.
Don Perpetuo envía a sus hijos a Europa a completar su educación. Juan se gradúa en Derecho mientras Perpetuo José aprende los secretos del comercio exterior. Al culminar sus estudios regresan a su pueblo natal trayendo consigo los refinamientos adquiridos en el Viejo Mundo. Además del gusto por la buena vida, trajeron también una nutrida biblioteca y una surtida muestra de los mejores vinos de allende el mar.
A pesar de la cultura adquirida en esos viajes, ambos hijos se aislaron de la sociedad siguiendo el ejemplo de su padre quien mantenía escaso contacto con la población. A los tres se les veía, siempre vestidos de negro, siempre cubiertas sus cabezas por finos sombrero de fieltro, solamente cuando asistían a algún funeral o a alguna fiesta patria o celebración religiosa.
Pasa el tiempo y la hacienda florece con verdes tablones de caña, más no sin que el viejo Perpetuo sufriera nuevas decepciones al perder un pleito contra la familia Barroeta, que sin motivo conocido, desvía el agua que regaba sus tierras, privando a sus sembradíos de este valioso recurso. El Sr. Clavo se vio entonces en la necesidad de buscar el preciado líquido en otro lugar, con alto costo y gran esfuerzo para él.. El agua negada no volvió jamás a mover la enorme rueda del trapiche.
En su momento muere don Perpetuo y los hijos, respetando su última voluntad, lo entierran en Tostós, para lo cual tuvieron que dar un gran rodeo, ya que ni muerto quiso pasar frente a la casa de los Barroeta, ruta obligada al cementerio de Boconó. Desaparecido su padre, los dos hermanos siguen su trayectoria entregados al trabajo y a los viajes. Sus posesiones crecieron hasta alcanzar las dimensiones de un latifundio. Ambos murieron sin dejar descendencia conocida. Sus bienes fueron repartidos entre los parientes más cercanos.
En años recientes, parte de estas tierras fueron expropiadas por el gobierno nacional que las entregó al Instituto Nacional de la Vivienda, el que a su vez las cedió en comodato a la Asociación Civil Amigos de Boconó, con la finalidad de restaurar las valiosas ruinas para dedicarlas a la creación de un Centro Museístico y de Cultura Popular.
Actualmente la Asociación Civil Museo Trapiche de los Clavo tiene la propiedad de los terrenos y la edificación, obtenida mediante compra al INAVI.
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